lunes, 15 de noviembre de 2010

Siren, capitulo 1




Sirena. Tirica Rayburn

Capìtulo 1 . Primera parte

Mi hermana Justine siempre creyò que la mejor manera de enfrentar tu miedo de la oscuridad es imaginar que en realidad hay luz.
Años atrás, ella tratò de poner la teorìa en practica mietras yaciamos en nuestras camas,rodeadas de oscuridad.
Protejidas por una fortaleza de almohadas, estaba convencida de que el mal se escondìa en las sombras, esperando a que mi respiracion disminuyera para luego aparecer. Y cada noche, Justine, un año mayor que yo pero decadas mas sabia, pacientemente tratarìa de distraerme.
“Viste el lindo vestido que Erin Klein uso hoy?” preguntò, siempre partiendo con una pregunta fàcil para medir que tan malo era.
En raras ocasiones, usulmente cuando ibamos a la cama tarde, despues de un dìa ajetreado, estaba demasiado cansada para sentir miedo.
Esas noches respondìa si o no y teniamos una conversacion normal hasta dormirnos.
Pero casi todas las noches, yo susurraba algo como”Oiste eso?” o “Cuando los vampiros te muerden, crees que duele?” o “Los mounstruos pueden oler el miedo?” , y en ese punto Justine procederìa con la pregunta numero dos.
“Hay tanta luz aquì” declara ella.”Puedo verlo todo—mi bolso, mi pulcera brillante de color azul, nuestro pez dorado en su pecera. ¿Què puedes ver tù, Vanessa?”
Y luego, me obligaba a mi misma a imaginar la habitaciòn exactamente como debìa lucir, antes de que mamà apagara la luz y cerrara la puerta. Finalmente, me las arreglaba para olvidar el mal esperando al acecho y que quedaba dormida. Cada noche pensaba que nunca funcionarìa, y cada noche lo hizo.
El metodo de Justine era inutil para combatir muchos otros miedos. Muchos años despues, parada en la punta de un acantilado sobre el oceano Atlantico, sabìa que no tendrìa oportunidad.
“Simon no luce diferente este verano?” ella preguntò, acercandose a mi y estrujando su cabello. “Mayor? Mas lindo?”
Estuve de cuerdo. La transformacion fisica de Simon fue lo primero que notè cuando èl y su hermano menor, Caleb, tocaron nuestra puerta en la mañana. Pero eso era un tema para màs tarde—como cuando estabamos calentandonos frente a la antigua chimenea en nuestra casa del lago. Primero, teniamos que hacerlo volver a la casa.
“Caleb tambien”ella tratò nuevamente.”El numero de corazones rotos de chicas en Maine debio haberse cuatriplicado este año”.
Tratè de no asentir, mis ojos observaban las ondas y la espuma del agua, quinca pies mas abajo.
Justine se envolviò en una toalla y caminò hacia mi. Se puso tan mìo cerca que podìa oler la sal en su pelo y en sus poros y sentir el frìo de su humeda piel mientras la presionaba junto a mi. Gotitas de agua cayeron desde las puntas de su pelo, cayendo en la tibia baldosa gris, salpicando pequeñas gotas hasta la punta de mis pies. Una repentina ràfaga de viento esparciò el humo alrededor de nosotras, transformando mis tiritones en un sobresalto. En algùn lugar cercano, Simon y Caleb rieron mientras caminaban con prisa por el empinado camino que los llevarìa de vuelta a nosotras.
“Solo es una piscina” ella dijo, “Estas sobre un trampolìn, dos pies de altura”
Asentì. Habìa estado imaginando este momento durante las 6 horas de viaje desde Boston, el momento que imagine al menos una vez al dìa desde el verano pasado. Sabìa que me veìa màs asustada de lo que estaba; En estos dos años desde que descubrimos el antiguo camino aislado de turistas y excursionistas, Justine, Simon y Caleb habìan saltado docenas de veces, sin irse nunca con nada mas que un simple rasguño.Màs importante aùn, sabìa que siempre me iba a  sentir como la menor de nuestro pequeño grupo de verano si nunca me lanzaba.
“La piscina esta tibia”, Justine continuò. “Y una vez que estas adentro, todo lo que tienes que hacer es patalear dos veces y estaras a unos pasos de tu còmoda silla de playa”
“Vendrà un lindo chico a traerme jugos de fruta a esta comoda silla de playa?”
Ella me mirò y sonriò. Las dos sabìamos que eso era todo. Si era lo suficientemente coherente como para hacer una broma, estaba lista.
“Perdòn pero olvide las piñas en casa” Dijo Caleb detrás de nosotras,”Pero los chicos guapos estan aquì y listos para su servicio”
Justine se volteò hacia èl. “Es sobre el tiempo.Me estoy congelando!”
Ella se alejò de la punta del acantilado, y yo la seguì. Cualquier alivio que sintiera ahora solo serìa temporal, y mi decepcion por no ser capaz de hacer lo que habìa prometido durante todo el año solo aumentarìa una vez que dejaramos Los acantilados de Chione. Esta noche, estarìa despierta, sin poder dormir por el dolor que sentìa por ser tan cobarde, tan niña, otravez.
“Tus labios se estan poniendo azules”dijo Caleb.
Me voltee para verlo tomar su toalla de playa favorita-la ùnica que siempre le habìa visto usar, con la caricatura de una langosta con lentes de sol y traje de baño- y envolver a Justine con ella. La acercò hacia èl y tratò de calentar los brazos y hombros de ella con las manos.
“Mentiroso” ella sonriò, envuelta en la toalla.
“Tienes razòn. Estan màs morados. O lila. Porque unos labios como esos son demasiado bonitos para ser de un aburrido color azul. De todas formas, deberìa calentarlos”
Puse mis ojos en blanco y busquè mis shorts y mi polera. Justine habìa hecho su propia promesa para este verano—no salir con Caleb otra vez, de la forma que ella lo habìa hecho el verano pasado, y el ante pasado.
“Èl es solo un niño”declarò. “Ya acabè el colegio, y a èl le queda todo un año por ir. Ademàs, todo lo que hace es tocar su vieja guitarra si es que no esta jugando video juegos. No puedo permitir perder otro segundo en algo que nunca va a ser algo màs que horas y horas de besarnos…no importa que tan buenas sean esas horas”.
Cuando le preguntè por què no salìa con Simon, quien irìa en su segundo año de bachillerato en el Colegio Bates, era mayor, y tenìa un intelecto apropiado, su cara se arrugò.
“Simon?” preguntò. “El canal del clima andante? El mateo que usa el colegio como excusa para estudiar la formacion de las nubes? No lo creo
Le tomò treinta minutos—lo sificiente para desenpacar el auto, comer algo y saltar al antiguo Subaru de Simon—para romper la promesa a si misma. Ella no habìa acudido a Caleb al instante, aunque era claro por su mirada que apenas lo viò querìa hacerlo.
Ella habìa esperado a que estuviesemos en el auto camino abajo para tirar sus brazos alrededor de su cuello y abrazarlo tan fuerte que su cara se tornò roja.
Mientras ella se apegaba a su mejilla, tomè mi ropa y cogì una toalla. Aunque habìa sol y nisiquiera me habìa mojado, tiritaba por el frìo que habìa. Las temperaturas al norte de Maine, en medio del verano, no aumentaban mucho y el viento siempre lo hacìa aùn màs frìo.
“Deberiamos irnos”Simon dijo derrepente, emergiendo de la entrada del camino.
Simon podìa haber sido el mayor, el màs tranquilo y estudioso de los hermanos Carmichael, caracteristicas acompañadas por un larguirucho cuerpo y una mala postura, pero algo habìa ocurrido el año pasado. Sus brazos, sus piernas y su pecho se habìna desarrollado, y con su pecho desnudo, podìa ver finas marcas en su abdomen (calugas). Incluso èl se veìa màs alto, màs fuerte.
Lucìa màs como un hombre que como un niño.
“La marea esta cambiando, y las nubes se estan moviendo”
Justine atrapò mi mirada. Sabìa lo que ella estaba pensando: Diferente canal, mismo pronostico.
“Pero si acabamos de llegar” dijo Caleb.
“Y que hay de la puesta de sol?” preguntò Justine. “Cada año decimos que vamos a verla aquì, y nunca lo hacemos”
Simòn cogiò una polera de su mochila,tirando la toalla sin importar donde cayera. “ habran muchos atardeceres. Hoidia va a estar todo oscuro por la gran tormenta que se aproxima”
Asentì junto a èl y mirè el horionte. Aunque en verdad habìa estadp muy concentrada en el agua como para  fijarme en el cielo o en la capa de nubes negras que habìa salido de la nada.
“Lo revisè antes de venir—La estacion meteorologica dijo que el cielo iba a estar despejado hasta la noche pero por como luce, no tenemos mas de veinte minutos para descender antes de que estalle la tormenta” Simon movio la cabeza “Desearìa que el profesor Beakman pudiera ver esto”
Antes que pudiera preguntar por què, Caleb y Justin empezaron a hablar en susurros y Simon se agachò para sentarse a mi lado. Yo estaba con las rodillas pegadas a mi pecho, tratando de calentarme. “Estas bien?” preguntò.
Asentì y tratè de sonreir. Con los años, Simon se habìa convertido en un protector hermano mayor no solo para Caleb, sino que tambien para Justine y yo. “ Con un poco de frìo y deseando que las suelas de mis zapatillas fueran mas gruesas, pero bien”
El sacò una frazada cafè de lana y de su mochila y me la entregò. “No es gran cosa, sabes? . Fue solo un dìa. Tenemos todo el verano. Y el siguiente, y el subsiguiente”
“Gracias” Corrì la mirada, avergonzada. Èl era sincero, pero no necesitaba ningun recordatorio de mi falla tan pronto.
“Enserio” , dijo, con su voz suave pero firme. “Cuando sea que estes lista, o no lo estes, esta bien”
Tirè la frazada, felìz por la distracciòn.
“Nuevo plan”, Anunciò Justine.
Tomè la mano de Simon y me levantè. Justine y Caleb se las habìa arreglado para separarse un poco pero solo lo suficiente para que Justine dejara las toallas en el suelo.
Ahora ellos estaban en el borde de la punta del acantilado, tomados de las manos y mirando hacia atrás.
Justine sonriò. “Solo porque tengamos poco tiempo no sifnifica que no podamos conmemorar en primer dìa oficial de lo que seguramente va a ser el mejor verano de todos”.
“Volviendo a la casa para calentarnos con chocolate caliente?”sugerì.
“Nessa torpe”. Justine me lanzò un beso. “Caleb y yo vamos a hacer un ultimo salto”.
“Con un giro”cagregò Caleb.
Mientras intercambiaban miradas yo mirè a Simon. Su boca estba abierta, como esperando a que su cerebro escogiera las palabras para dar el mejor golpe que nunca. La nueva musculatura de su espalda se tensò bajo su polera de algodòn. Sus manos, que me habìan ayudado a levantarme hace unos segundos, se apretaron.
“Volteados hacia atras!” Justine exclamò
“No” dijo Simon “De ninguna manera”
No podìa evitar sonreir. Eso era exactamente lo que mas amaba—y envidiaba—de Justine. Mientras yo aùn dormìa con la luz encedida, sin poder leer Stephen King, y era incapaz de poder hacer un perfecto y seguro clavado, Justine vivia por la adrenalina y el corazòn latiendo con fuerza, algo que yo trataba con todas mis fuerzas de evadir.
Aquí estabamos, a minutos de quedar empapados y rostizados, y ella querìa garantizar su electrocutaciòn saltando al mar.
“Tomara dos minutos”dijo Caleb. “Pueden bajar apenas nos lancemos y nos podemos encontrar en el camino”
“Tù sabes que las olas se comportan extrañas con un clima como este” Dijo Simon. “El agua esta mucho mas turbulenta de lo que estaba desde nuestro ultimo salto”
Justine mirò hacia abajo.”No puede ser tan malo. Estaremos bien”.
La mirè, mi hermosa hermana mayor, su pelo castaño lo suficientemente seco como para tener algunos rulos. No habìa nada que pudiera decir—una vez que Justine tomaba una decisión, no habìa manera de negociar. Cuando me sonriò, sus ojos brillaron en contraste con las nubes negras que parecìan tragarse lo que antes era el cielo.
Un irregular fragmento de neon-blanco alumbrò razgando el cielo,golpenando lo suficientemente fuerte como para provocar un estruendo. El viento se levantò, levantando las ramas y las hojas del suelo. Una larga rama volò hasta mi como una flecha desde un arco, y cubrì mi cabeza con ambas manos y me tirè al piso. La lluvià empezò a caer suavemente al principio, y luego fuertemente, hasta que la frazada de Simon bajò hasta mi espalda con el viento y el agua me llegò directamente en la cara. Resistì, esperando que acabara tan ràpido como habìa empezado, pero el aire solo se enfriò màs, el viento se hizo màs fuerte y los truenos mas ruidosos.
Las rocas temblaban debajo de mì, haciendome tiritar incluso màs fuerte que antes. Varios pies mas allà, Simon luchaba contra el viento, usando todo su peso para mantenerse en pie, mientras e movìa alrededor del acantilado, cogiendo las toallas y la ropa de Justine y Caleb. Lo llamè, pero mi voz se perdìa con el fuerte sonido de la lluvia y las rafagas de viento.
Moviendo mis pies pero quedandome cerca del suelo, tratè de moverme atravez de la oscuridad. Cuando otro relampago partiò el horizonte en dos, podìa ver todo, incluso el sol alumbrando en lo alto.
Ella no estaba.
Protegiendo mi cara con los brazos, avanze hasta la el borde del acantilado. Un tercer relàmpago se estrellò frente a mi, y me di cuenta de cuan cerca estaba de cumplir mi mision, de lanzarme por las rocas hacia el aire.
Tratè de detenerme, pero el suelo era resbaloso. Me caì de espaldas, y una pierna cayò hacia adelante. La linea plateada de mi zapatilla  brillò con la luz de otro relampago, y vi mis pies y mi cuerpo colgando por el precipicio.
Gritando, retrocedì con ambas manos y me agarrè del suelo.
Mil, Dos mil—
Un rayo rugiò, y el borde del acantilado temblò debajo mìo. Contando los segundos entre los luminosos relampagos, sin poder mantener la calma.
“Estan bien!”
Simon. Me tomò por la cintura con ambas manos, levantandome y alejandome del borde. Luego tomò mi mano y nos alejamos del acantilado. Durante muchos segundos, èl apretò mi mano y apuntò con la otra.
La luz vino màs ràpido ahora, haciendo que fuera màs fàcil ver el agua. El agua se movìa, con  pequeñas olas rodeando las rocas. Delgados arboles se tambalearon y luego con chasquido, sus troncos como delgadas pajitas en el viento. Movì la cabeza, al parecer Simon estaba imaginando cosas y—
Luego la divisè. Una delgada figura blanca avanzando en la oscuridad. El brazo de Caleb estaba alrededor de ella mientras que ellos caminaban apresuradamente por entre las rocas hasta el camino.
Ella estaba bien. Por supuesto que lo estaba
Simon me mirò, asegurandose de que los habìa visto, y luego me dejo atrás. De alguna forma, mis pies se las arreglaron para moverse, y caminè ràpidamente detrás de èl atravez del camino.
Pasamos sobre las ramas y raices, que nos dificultaban el camino, pero no disminuimos la velocidad. Mi corazòn golpeò contra mi pecho, y tratè de ingnorar el presentimiento de que, mientras corriamos atravez del bosque, algo o algo corrìa detrás de nosotros incluso màs ràpido.
Como un cuarto de milla màs abajo, nuestro camino se dividiò en dos, algo que no habìa notado cuando habìamos subido. Tampoco lo hubiera notado si Simon no hubiera girado hacia la izquierda.
Me detuve cuando vi la razòn de nuestro inesperado desvìo.
Justine. Ella estaba en los brazos de Caleb, y una delgada de sangre surgìa de un profundo corte en su rodilla, recorrìa su pierna y llegaba hasta su pie.
Solo es suciedad, o algas—
“Nessa”En el momento en que Simon la tomò de los brazos de Caleb, ella buscò mi mano y la besò. “Estoy bien, lo prometo. Pude haber hecho el camino por mi misma, pero alguien querìa jugar al heroe”
“Tengo algunas cosas en el auto”dijo Simon, empezando a recorrer en camino con Justine en sus brazos.
Mirè a Caleb. Su cara estaba tan tensa mientras los observaba irse que era dificil imaginarselo con una risa tierna y juguetona, con la que coqueteaba con Justine hace solo unos minutos atrás.
“Tu hermana” èl moviò la cabeza y me mirò.
“Lo se” ambos lo sabíamos. No había sido su culpa. O mia, o de nadie màs. Si Justine quería correr desnuda atravez de círculos de fuego, lo haría. Podrias estar cerca, esperando con un extintor de fuego y una bata, pero eso era lo único que podrías hacer.
Empezamos a caminar detrás de ellos. Mientras màs corriamos, mas suave caìa la lluvia. Los rayos ya no eran tan fuertes y los segundos entre ellos se alargaron. Incluso el viento paso de fuertes ráfagas a una suave brisa de verano.
Cuando alcanzamos el viejo Subaru verde de Simon estacionado a un lado del camino de tierra, las nubes se habían aclarado lo suficiente para poder ver fragmentos de cielo azul.
...



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