Capitulo 2
Cuando escuchè la primera sirena, estaba sentada en la
arena, mirando el agua acercandose a la punta de mis pies. Un golpe de viento
azotò mi falda alrededor de mis pantorrillas y trajo el sonido de Mamà, Papà y
Justine riendo abajo en la playa. El suave ulular empezó tan pronto como la
espuma rodeo mis tobillos, justo como lo había hecho cada noche durante dos
años. Solo que esta vez no desapareció . Sino que aumentò. Y se acercò. Y era
seguido por otra sirena, y otra, hasta podía oírlas y ver las luces rojas,
blancas y azules brillando como si los autos de policía hubiesen conducido
justo al océano.
“Realmente deberias comer algo”
Pestañee. Las luces ya no estaban, siendo reemplazadas por
verdes tazas de café. A mi lado, un hombre en un traje gris apoyado en el mostrador metìa un cannoli a su
boca.
“Buena comida puede ser la mejor medicina” Èl dijo.
Medicina. Como si estuvise enferma. Como si esto fuese una
alucinacion que se fuera a desvanecer y vollverìa a la normalidad una vez que
la fiebre disminuyera.
“Gracias” Tratando de borrar la imagen del accidente, el que
habìa estado reviviendo mientras dormìa desde que los policias nos dijieron que
habìan encontrado a Justine, Cogì una taza y me voltee hacia la cafetera.
No era su culpa. Èl era uno de los colegas de Mamà. Èl no me
conocìa y tampoco habìa conocido a Justine, pero èl estaba oblgado a decir algo
mientras disfrutaba sus bollos italiano con otros colegas.
Què màs habìa ahì? Era una tragedia? Ella tenìa toda su vida
antes de ella? Què harias del Red Sox ( equipo deportivo) hasta ahora por esta
temporad?
“La voz de un llanto en la selva” Dije, cuando me voltee nuevamente
y èl seguìa allì.
No saber que decir era una cosa. Merodear por ahí era algo
un poco diferente.
“Disculpa?” dijo èl
Sostuve mi taza. “Vox clamantis in deserto. El eslogan de
Darmouth ( instituto). Me parece apropiado, no crees? “
“Vanessa, querida, podrias ayudarme con estos muffins
porfavor?” Mamà me tomo por el codo y me
arrastro por la cocina. “Dulzura, se que es dificil, pero tenemos invitados.
Apreciarìa que fueras una anfitriona agradable”
“Lo siento” dije, cuando me detuve en la encimera con la
bandeja de bollos. “Simplemente no se què decir. Parte de mi quiere encerrarse
en el baño por el resto del dìa y otra parte quiere-“
“Comiste?” ella preguntò, sacando un bollo “Aquì ,tenemos
jarabe de nuez”
Tomè el bollo, no muy segura de què decir. Mamà habìa
llorado por cinco dìas sin parar—desde el momento en que los policias habìan
golpeado nuestra puerta en la casa del lago, hasta el momento en que volvimos a
nuestra casa—Y habìa estado sin llorar, en modo de organizadora del tiempo
desde entonces. No habìa llorado nisiquiera en el funeral, cuando el llanto
colectivo de los amigos y compañeros de Justine hicieron a las aves volar de
los arboles y el cura gritò sus plegarias. Yo tampoco habìa llorado en el
funeral—o el tiempo antes de eso— pero mis razones eran muy diferentes.
“Puedes ir a ver a tu padre?” Mamà levantò una bandeja de la
encimera “No lo he visto desde hace una hora, y los invitados estan empezando a
preguntar por èl”
Querìa decir que si nuestros “invitados” no entendìan que
Gran Papà necesitaba un poco de tiempo solo, entonces, talves deberìan
encontrar otra “fiesta” , pero ella hizo sonar sus tacones y desaparecio por la
puerta de la cocina antes de que pudiera decir algo.
Tirè el bollo a la basura y me incline hacia la cafetera,
manteniendo la mirada baja para evitar tener mas tips para sanar de los colegas de mamà. Las tazas
de Darmoth todavìa alineadas en el primer estante, donde mamà los habìa puesto
tan pronto como recibiò el envio del instituto parafernalia dos semanas antes.
“Vox clamantis in deserto” Justine habìa leido en voz alta
entonces. “Me encanta como estos lugares tratan de impresionar con su amor por
lenguas muertas. Es decir, por què molestarse?Por que no decir simplemente –
Gracias por bombardear otros quince dolares por pruebas funcionales por el
hecho de que eres lo suficientemente importante para dar docientos millones de
dolares en una oportunidad para que tu hijo rico se emborrache con otros niños
ricos en medio de la nada?
“bueno” dije, “Probablemente porque eso no cabrìa en un
llavero” De los cuales mamà habìa ordenado dos docenas para distribuirlos por
su oficina.
Sostuve la taza de Darmouth y la llenè de café. Aùn con la
vista baja, tomè ambas tazas y me apresurè caminando desde la cocina hacia la
puerta bajo la escalera.
La habitacion bajo la escaleta siempre habìa sido la ruta de
escape de Justine y yo—desde fiestas de coctel, cenas, e incluso discusiones
con nuestros padres. Mientras me acercaba pensè que la ultima vez en que nos
escondimos ahì en el refugio, habìa sido durante la fiesta anual de navidad de
Mamà. Mientras doscientos invitados tomaban champaña, Justine y yo estabamos
allì, su edredòn sobre nuestros hombros, chupando golosinas de azucar y tomando
ponche. Esa noche tratamos de fingir que estabamos escondiendonos de los
colegas borrachos de mamà en nuestro pequeño escondite, en medio de Boston,
pero despues nos escondimos de Mamà y Papà en nuestra casa del lago en Maine,
sin aliento por la emocion mientras esperabamos ver a santa caer por la vieja
chimenea de piedra.
Avanzè lentamente esta vez, comfortada por la tenue luz y el
escuro panel. Bloquee el pensamiento tan pronto como aparecio en mi cabeza,
pero por un breve momento, estuve conciente de lo extraño era estar ahì…sola.
No habìa estado en ninguna parte sola en toda la semana, y ciertamente ningun
lugar donde solo habìa estado con Justine.
ME detuve y esperè. Despues de unos pocos segundos, pestañee
y esperè denuevo. Nada. Incluso visitando uno de nuetros lugares favoritos las
lagrimas no salian.
Continue por el pasillo, mi corazòn latiendo con fuerza. No
habìa estado en la habitaciòn de Justine desde que nos preparamos para ir a
Maine la semana pasada, cuando la vi probarse todo su closet , mientras buscaba
algo perfecto para ponerse para el viaje al norte. Cuando nos fuimos, faldas,
vestidos de playa, y poleras sin tirantes estaban repartidas por el piso como
algas en la orilla después de que la marea subiera. Ahora no estaba segura
sobre lo que me asustaba mas: Que la ropa estuviera aùn ahì, exactamente como
ella la había dejado…o que no estuviesen.
Cerrando mis ojos, camine hacia la puerta, con una mano
busquè en pomo de la puerta hasta encontrarlo. El metal estaba frio bajo mis
dedos y esperé a que mi piel se ajustara a la temperatura antes de agarrar el
pomo.
Solo es
Justine. Solo son sus cosas. Todo luciria tal y como la dejo, porque
ella va a volver. Pronto, volveremos a la casa del lago y todo volverá a ser
como se supone que tiene que ser.
Abrì la
puerta. Un pequeño sonido se escapò de mis labios abiertos.
No habían sido mis profundos miedos saliendo a la
superficie. Y no era el hecho de que, comparado con el pasillo, la habitación
de Justine estaba tan caliente como un horno.
Era el agua salada. El olor era tan fuerte, el aire tan lleno
de humedad, Si no abriera mis ojos, pensaría que estoy en la orilla del océano.
“Te
acostumbraras”
Abrì mis
ojos. Gran Papà se sentò en el suelo, en medio de la habitación.
“Debe haber un problema con las tuberías. Llamarè al plomero
mañana” Èl se oìa exhausto, y también lucìa asì. Las esquinas de su boca se
enconrvaron hacia su mentón. Sus ojos azules estaban sin brillo, y sus hombros
estaba caidos. Nuestro fornido Yeti había perdido su fuerza.
“Gran papà” dije, entrando a la habitación, “Sè que esto es
difícil, pero tenemos invitados. Realmente apreciaría que fueras un anfitrión
agradable”
Una de las esquinas de sus labios se inclinò mientras tomaba
la taza de Darmouth. Èl sabìa que las palabras no eran mias.
“Tu Mamà lo esta sobrellevando Vanessa. Todos lo estamos”
No dije nada y me sentè junto a èl. Hasta ahora, la ùnica
cosa que mi Mamà y yo teniamos en común era nuestra adoracion por Justine. No
entendía por què Mamà trabajaba tanto, o iba de compras tan seguido, o por què
se esforzaba tanto por impresionar a extraños. No entendía por què de cientos
de personas abajo en el primer piso, solo una docena o menos serian capaces de
hablarnos a Justine y yo, aparte de la anual carta de navidad familiar. La
mayoría de las cosas que Mamà hacìa, para mi no tenían sentido. Pero Papà
pensaba que ella era el sol, la luna y las estrellas, todo en uno, y por esa
razón, me quede callada.
“Ella es hermosa” Papà dijo, despues de unos pocos minutes.
Seguì su mirada hasta la foto de la pizarra, colgando encima
del escritorio de Justine y me esforzè por mirar el agua. Porque ahì estaba. Rafting en rapidos, en “The
Berkshires”. Cabalgando en “The Cape” . Escalando el monte Washington en
New Hampshire. Y en mi foto favorita, que ella había impreso en tamaño 5x7 y
era el centro de el collage , pescando en nuestro antiguo y rojo bote de remos
en el lago de Maine—conmigo.
“Recuerdo haberla tomado” Papà dijo, “Me preguntaba que te
había dicho para hacerte reir”
Èl había tomado la foto desde el muelle detrás de la casa
cuando nuestras espaldas estaban en la cámara.
La cabeza de Justine estaba ligeramente inclinada hacia mi,
y la mìa estaba inclinada hacie el cielo. Mis hombros estaban levantados, cerca
de mis orejas, un reflejo físico que ocurrìa siempre que algo me hacìa reir hasta
que las lagrimas corrian por mis mejillas.
Pestañee. Nada.
“Me di cuenta de que era una charla de chicas” èl siguió. “Salir. Chicos. Cosas secretas de
las que era major no saber”
“Probablemente”
dije. “Considerando su “romantica puerta giratoria”, la charla de chicas
sobre chicos usualmente duraba un buen rato”
“Todavìa no entiendo por què ella necesitaba toda esa
atención” Èl dijo, pensativo. “Ella era tan brillante, tan hermosa y talentosa.
Pero era como si no lo creyese a menos que un chico diferente se lo dijiera
casa semana”
No dije nada. Justine no necesitaba la atención—simplemente
la tenía.
Bebimos nuestro café en silencio. Despues de un momento, dio
un largo suspiro. “Creo que debería jugar al anfitrión agradable por un rato”
Èl dijo, levantándose. “Estaras
bien?”
Asentí . El posò suavemente una de sus manos en mi cabeza,
antes de dejar la habitación y cerrar la puerta.
Pestañee y esperé nuevamente. Cuando las lagrimas todavía no
surgieron, me voltee a mirar la foto central y pensé sobre lo que Gran Papà
acababa de decir. No tenía
ningún sentido. Pero en ese entonces, nada tenía mucho sentido. La
policía había dicho que había sido un accidente, que Justine simplemente saltó
por el acantilado en el momento equivocado. Estaba oscuro. La marea estaba alta. El jefe de policía dijo que
el agua estaba tan profunda y la corriente tan fuerte que ni el mismisimo
Triton, el dios griego del mal quien podía mover las olas arriba y abajo con un
soplido dentro de su caracola, habría sido capaz de mantenerse a si mismo. El
examinador medico había estado de acuerdo.
Yo no.
Si, Justine era buscadora de riesgos. Y esa noche, ella podría haber querido provar un punto. Pero
ella era demasiado inteligente como para hacer algo tan descuidado.
Mientras mis ojos recorrían la
pizarra, noté las oscuras líneas entre las fotos. Lucían como si alguien
hubiese pasado un marcador de plumón por los bordes de las fotos…excepto que la
línea no estaba dibujada en el satiín de marfíl que cubría el resto de la
pizarra. La parte de pizarra de atrás de las fotos estaba blanco.
Me levantè y fui al escritorio
para observarlo mejor y me di cuenta de que las líneas en realidad eran
palabras. Nombre, e-mail , numero de teléfono. Padre 1. Padre 2.
Decision pronto. Ayuda financier. Universidad. Nivel. Escuela secundaria. ACT ( prueba de U.S.A para
entrar a un colegio). SAT (Prueba de aptitus academica. PSU en Chile). Extracurricular.
Premios/Honores.
Iba a sacar el primer chinche
purpura cuando me sentí incomoda. Culpable, incluso. Como si hubiera estado
husmeando en el escritorio de Justine en busca de su diario y ahora fuese a
leer sobre besos secretos y conversaciones privadas que ella querìa guardarse
para si misma.
“Lo siento” susurré, antes de
sacar el primer chinche.
Segundos después, las quince o
más versiones de la sonrisa de Justine ya no estaban. Retrocedía para tomar
toda la pizarra.
Habían grandes adhesivos. Siete
de ellos, coleccionados por Mamà en sus viajes con Justine a Hardvard, Yale,
Princenton, Stanford, Cornell y Darmouth. Formaban un ancho circulo de
Universidades alrededor de una gran extensión de la pizarra y de una impresión
de solicitud.
La extensión listaba las
Universidades y tenía tres columnas para correspondientes fechas limites,
fechas de informes y fechas de respuesta. La línea de fechas limite estaba
llena de números escritos con la pulcra letra de Mamà; las otras estaban
vacías. Las solicitudes estaban en blanco, excepto por las notas de Mamà y unas
respuestas sugeridas. Mis ojos rápidamente se fijaron en el centro de la
pagina: El ensayo personal. Un Post-it verde estaba adjunto en la punta, en el
cual Mamà le había sugerido a Justine escribir sobre la persona que era y sobre
la que se querìa convertir.
La respuesta de Justine había
sido breve.
Lo siento, no lo se.
Pero tú tampoco.
Miré las palabras. Me
podia haber tomado más tiempo del que debería para encontrarlas, pero sabía al
instante lo que significaban:
Justine no habría ido a Darmouth
en el otoño. Tampoco habría ido a Harvard, Yale, Princenton, Brown, Stanford,
ni Cornell. Porque antes de ocuparte de tu futuro y escogerlo, tienes que mandar
una solicitud. Y al parecer Justine no había mandado ninguna.
Abajo en el primer piso las
personas estaban reunidas para conmemorar la vida de Justin, para reflejar su
potencial perdida y todas las cosas que ella nunca haría, los lugares a los que
nunca iria. Tenía razón sobre una cosa: Ni uno de los invitados que no eran de
la familia, comiendo bollos y conversando, tenían idea de quien era ella
realmente. Pero estaba alarmantemente equivocada sobre otra.
Yo tampoco.
Una puerta de cerró en el
pasillo, trayendo de vuelta al presente. Tomé el borde de la pizarra y la foto
de Justine y yo en el bote de remos del escritorio, colocando las otras fotos
en su lugar, y apurándome para salir de la habitación.
Estaba por llegar al pasillo
cuando llevé mis manos a la cara, cubriendo mi nariz y boca.
Agua de mar.Me había
acostumbrado al olor de la habitación , pero era mucho más fuerte en la
puerta—agobiante, como si un maremoto se hubiese tragado el resto de la casa y
hubiera esperado fuera de la puerta de Justine por una invitación para entrar.
Era tan fuerte, bajé la mirada para que mi cabeza dejara de girar.
“Oh, no” quite las manos de mi
cara. “Oh, Justine…”
Una arrugada toalla de playa
estaba apoyada sobre la puerta del closet (armario). Era gruesa y blanca…con un
sonriente dibujo de una langosta con trozos de algas negras y verdes.
La toalla de playa de Caleb—con
la que él había envuelto a Justine antes de empujarla hacia el en la punta de
los acantilados la semana pasada. Estaba aquí, seca y tiesa por la sal, aquí en
Boston.
Me puse de rodillas y tomè la
toalla. Ella había estado en casa. En algún momento entre salir furiosa durante
la cena en la casa del lago y la mañana siguiente, cuando su cuerpo había sido
encontrado, Justine había regresado a Boston
last week. It was here, dry and stiff with salt, in Boston.
Esta bien, me dije a mi misma,
tratando de no imaginarme la blanca toalla de felpa alrededor de los hombros de
Justine. Todo esta bien.
Excepto que no lo estaba. Estaba
lejos de estarlo, no podía nisiquiera fingir que la toalla de playa era
cualquier otra en vez de la que era: Mas evidencia de que, aunque yo había
pensado que conocía a mi hermana, alguien la había conocido mejor. Y eso, por
alguna razón, ella lo quería así.
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